Nace este espacio de textos propios una noche lluviosa de Septiembre, a poco de empezar la primavera.
Nace de encontrar el momento preciso y celebrarlo como tal.
Nace de la libertad descarada y de una decisión de expresión.
Nace, y es un nacimiento deseado, luz de una gestación alegre, compartida, alentada.
Nace, y sólo por nacer ya es crecimiento.
Un día me calcé por alas dos hojas de papel...

18 de septiembre de 2012

Revés de Roma


Viajar a Roma.
Será maravilloso
viajar a Roma.
Será maravilloso 
viajar al revés de Roma.

Será doloroso
hurgar en la maleta
de otros tiempos,
pero no habrá hallazgo
más sensato y luminoso
que el de su esencia  
al descoserse del fondo.

No será fácil
emprender trayecto,
y hará falta despojarse
de algunos preceptos,
pero sin duda
merecerá la pena
llegar a destino
y enfrentar los obstáculos
y atravesar los muros,
e incluso encauzar el rumbo,
rumbo 
que señalan
los brazos de él,
que la esperan
abiertos y desnudos.

Viajar a Roma.
Será maravilloso
viajar a Roma.
Será maravilloso 
viajar al revés de Roma.




17 de septiembre de 2012

Aire

No pude
decir que sí,
ni que no.

No pude
verte
al otro lado de la orilla,
ni oír tu canto,
ni capturar tu risa.

No pude
creer
que eras vos de pie,
ni dejarme vencer
por el perfume de tu piel.

No pude
soltar
este mensaje en la botella,
ni hacerte saber
que me iba la vida entera
cada vez que tu mirada
embestía
la mía.

Pude hacerme mariposa,
y volar a rozar
por un instante
tu pelo.
Pero me hice viento
justo antes
de que te dieras cuenta
de que no puedo.

13 de septiembre de 2012

OTA

No había nada.
No había explicación,
ni entendimiento, 
ni razón.

Había ausencia, 
había dolor,
un auto destruido, 
sombras de lejos, 
y la resistencia de un corazón. 

No habría futuro. 
No habría vida juntos, 
ni 'abrazos de oso', 
ni más correos en el buzón. 

Pero
Hubo camino, 
recorrido con intensidad.
Hubo una sonrisa inmensa.
Hubo un cuadro de muchos colores 
que cada tanto ella vuelve a recordar
para devolverse la paz.

Hay memoria.
Hay fotografías,  
su voz intacta en un grabador;
un montón de versos, 
un día a día en papel madera,
una carta abierta,
la historia más bella 
sobre un primer amor;
flores amarillas,
una cinta de cabello 
enlazando a dos,
un beso en el ombligo, 
un Sol de regalo, 
y una canción.

7 de septiembre de 2012

Aleteo

Desde acá,
desde lo alto del semáforo,
la ciudad parece muy pequeña
y a la vez inmensa.

Se apagan los faroles,

se enciende la ciudad.
La gente sale a la calle,
no paran de andar.


Viento fresco en mis plumas,
horizonte rosado,
mis días siempre empiezan observando,
entonces me siento tan lejos de los humanos...


La jungla de cemento se acelera.
Pronto invade el murmullo,
el griterío, bocinas,
y sirenas.


Bato las alas, 

me sacudo un poco el alma.
Ya vi demasiado esta mañana.


Voy a pasar las próximas horas 

patrullando el espacio 
entre el cielo y el suelo;
pisando el aire,
dibujando el tiempo.


Sabe Dios que no hay día
en que no me detenga a pensar
que hace miles de años
que los Hombres quieren ser pájaro.
Y yo nunca pedí ser paloma.

¿Quién le dijo que yo quería volar?.

Yo quería ser Hombre,
y caminar la vida,
y andar de ciudad en ciudad.


Bato las alas,

me sacudo un poco el alma.
Ya vi demasiado esta mañana.


El mundo no se empuja 

con la fuerza de la libertad,
sino con la utopía 
que nace de los límite
imposibles de desatar. 

6 de septiembre de 2012

Soy

Soy larga de extremidades
Austera de espacio
Soy la risa que camina
El llanto que se esconde
Soy la alerta del semáforo
El silencio en el establo
Soy la vida en un teatro
El soporte de sus pasos
Soy agua, pura agua
Soy la sangre acumulada
Soy el logro concretado
La adaptación al cambio
La última puerta que se abre
Soy lo que ves en el acto
Lo que querés que sea
Lo que decís que soy
Soy multiple
Lo soy.

Escribo



El Hombre escribe para expresarse. 
Necesita decir lo que no puede
y hacer lo que no se debe.

El Hombre escribe por rebelión.

Escribe cuando se agota el gesto,
cuando no alcanza la voz,
ni el aire, ni el color.


Escribe con un poco de miedo
cuando le teme a la muerte,
a perderse en el tiempo sin trascender.


Escribe dándoselo a otros para que lean,
dar es también una forma de permanecer.


Yo escribo si no sé decirte que te quiero,
porque tengo un ego bastante grande
que compite con mi cara
y cree que puede decir algo interesante
y muchas pavadas.


También escribo de casualidad,
por haber llegado a ese lugar.


Escribo en el subte,
en el bondi,
en una ventana empañada,
y en tu espalda.


Por lo mismo que bailamos,
pintamos,
cantamos,
jugamos,
amamos,
escribimos.
Para no mentirnos,
para no morirnos. 

Valentina. Vaca valiente que no fue banquete.



Como Manuelita,
como Dumbo,
como la hormiguita viajera,
Valentina también se fue de su tierra.

Se escapó una madrugada,
con sólo once meses,
del matadero
advertida por su madre
de que “ésto se iba a poner feo”.

Tuvo miedo, mucho miedo,
pero siguió una estrella
y con mucho coraje
caminó hasta el cansancio,
en medio del campo,
acompañada por un montón de luciérnagas.

El sol la encontró
andando ya muy lento,
y le regaló un horizonte
al final de un mar inmenso.

La vaca no lo dudó,
se acercó al muelle,
de dónde zarpaba un barco,
y se coló entre la gente.

Para pasar desapercibida,
robó una túnica rosa
y un sombrero,
no se preocupó por los cuernos,
había visto que mucho humanos los
llevaban como accesorio,
naturalmente puestos.

Para su fortuna,
la embarcación iba rumbo a la India.
fue poner una pata en el puerto
y que la llenaran de besos.

Valentina se sonrojó,
¡tanto amor de repente!...
a dieciséis mil kilómetros
de la Argentina,
en un país extranjero,
la estaban abrazando
como si hubiese bajado alada desde el cielo.

Vivió en una casita muy linda,
hasta que murió, nomás de vieja.
Pasó todo su tiempo
haciendo con libertad lo que se le ocurría.

También experimentó
lo que es tener más de trescientos dioses y diosas
habitando en su cuerpito.

Llevó siempre consigo,
colgado del cuello,
cn collar de flores hermoso,
con perfume a bendición,
a cuidado,
y a rezo. 

Un instante

  Y usted, que durante tanto tiempo fue quién decidía la hora y el lugar, el principio y el fin, me está mirando ahora inseguro y temeroso como un niño a punto de ser abandonado; con la duda en la garganta, que se sabe inútil frente a la certeza que se siente estallar firme en el pecho. 
  
  Yo lo tenía tan acostumbrado a las partidas penosas, suplicantes, esclavas, que de amplia y blanca que es mi sonrisa en este momento, no me reconoce; y yo a mi misma, tampoco. Me alegra saber que va a ser la última cosa en que vamos a coincidir.
   

  Por este aire a través del cual nos estamos mirando (ya casi como dos desconocidos), le mando el recuerdo de mil noches amorosas para deshacerme de su perfume, para que usted lo guarde, o lo tire, o haga con él lo que le parezca. Espero sepa adivinar que ésta es la última decisión que le voy a conceder.
  

  Al fin se me quiebra adentro, en el centro, un vaso vacío; me sorprende felizmente por el medio un viento nuevo que se abre paso. Usted ve soltarse una lágrima en mi cara. Yo me río.
  

  Y conmigo todavía ahí, en ese mismo instante, en que le sonrío apoyada en el marco de la puerta de esa habitación, le baila mi mano y le digo adiós.